La contaminación conlleva consecuencias que a priori no eran tan predecibles, (si no te lo crees lee el apartado anterior) pero que a día de hoy ya son muy palpables ¡y alarmantes! Somos conscientes de que (no todos) los bichos le generan simpatía a algunas personas (si eres de esas personas, te recomendamos encarecidamente que te vuelvas a ver la película de Bichos). Incluso habrá quien se imagina un mundo sin bichos y estaría encantado de no tener que soportar las picaduras de mosquito en verano.
Pero, como muchas otras cosas en esta vida, todo ocurre por algo. Estos organismos, como todos los demás, tienen una gran importancia en los ecosistemas y nos aportan un servicio fundamental que nada más y nada menos NOS DA DE COMER. Y es que los insectos son polinizadores y asisten a las plantas en su reproducción, hasta el punto que han co-evolucionado conjuntamente a lo largo de la historia y son en muchos casos una de las principales razones por la cual existe la diversidad de plantas con tan diferentes adaptaciones, colores, formas y tamaños.
De hecho, se ha cifrado en 2.400 millones de euros anuales lo que costaría reemplazar a las abejas en los cultivos españoles (que dependen hasta de un 70% de la polinización natural). Es un poco perverso leer en algunas fuentes que esto es una oportunidad de negocio, y aunque habrá que estar preparado para todo, no sé si la idea que acuñó Black Mirror en su capítulo distópico con abejas robóticas te hace ilusión, o eres más partidario (como nosotros) de intentar favorecer la recuperación de los insectos y regular los insecticidas.
Como último dato que te dejamos para reflexionar, en varios estudios se ha visto una reducción dramática del 25% de los insectos en Europa en los últimos 30 años. Y este es el dato menos dramático, otros estudios hablan del 50% de pérdidas del número de insectos desde 1970. En algunas zonas del mundo, los científicos han registrado declives del 75% de insectos voladores en Alemania o del 98% de los insectos de los bosques tropicales de Puerto Rico.
Y te preguntarás ¿Qué puedo yo hacer? Los números son para echarse a temblar, pero estamos (aún) a tiempo de poder hacer algo al respecto. Los consumidores tenemos mucho más poder del que creemos y ser conscientes del problema nos empodera para poder actuar al respecto. Consumir productos en empresas que le dan importancia al medio ambiente es fundamental para ser parte de la solución y generar dinámicas que lleven a los cambios que queremos ver. Por ejemplo, la agricultura ecológica, donde no se emplean pesticidas, se está posicionando como una de las formas de combatir este problema, pero no es el único. Están surgiendo todo tipo de proyectos de los que te iremos hablando en este magazine y mantenerte al tanto de cómo fomentar a aquellas empresas que hagan las cosas bien. 🙌